En los últimos 30 años los coches han avanzado de una manera increíble, sobre todo en tecnología, diseño y de seguridad. Pero también en su aspecto y decoración interior, en los años 80 muchos coches parecían un santuario en vez de un vehículo para transportar personas.
Entrar en aquellos coches era entrar en el territorio de los padres, de los mayores, donde podíamos encontrar un montón de cosas que hoy nos parecerían extravagantes e incluso inútiles.
Todos aquellos objetos hacían que los viajes fueran inolvidables.
Empezamos con uno de nuestros favoritos, el perrito que movía la cabeza y descansaba en la bandeja trasera, objeto que hoy nos parecería estrambótico y que en los años 70 y 80 era de lo más normal.
Otro clásico era el “Papá no corras” donde los niños de la época, con foto incluida, pedían a sus padres que moderasen la velocidad.
No había viaje sin música, ahí estaba el cassette y sus cintas y más cintas de música, algunas eran una maravilla y otras nunca las tendrás bastante lejos.
Y para darle un toque mucho más personal al coche se podía cambiar el pomo de la palanca de cambios, había para todos los gustos y diseños, desde estrellas de mar, pasando por flores, vírgenes de El Pilar… cada cual más llamativo.
La tapicería también se prestaba a la decoración, con fundas de leopardo, adornos de ganchillo o aquellos increíbles “salva” asientos de bolitas de madera, que según decían eran antimareo.
Cualquiera de estos objetos serían inconcebibles en nuestros coches actuales, pero sin duda les daban un carácter personal y familiar inolvidable.
Fotos: Amazon, Milanuncios, Todocolección, Iniciados y Camiones Clásicos
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